El Surrealismo comienza en 1924
en París con la publicación del "Manifiesto Surrealista" de André
Breton, quien estimaba que la situación histórica de posguerra exigía un arte
nuevo que indagara en lo más profundo del ser humano para comprender al hombre
en su totalidad.
Siendo conocedor de Freud pensó en la posibilidad que
ofrecía el psicoanálisis como método de creación artística.
Para los surrealistas la obra
nace del automatismo puro, es decir, cualquier forma de expresión en la que la
mente no ejerza ningún tipo de control. Intentan plasmar por medio de formas
abstractas o figurativas simbólicas las imágenes de la realidad más profunda
del ser humano, el subconsciente y el mundo de los sueños. Para lo que utilizan
recursos como: animación de lo inanimado, aislamiento de fragmentos anatómicos,
elementos incongruentes, metamorfosis, máquinas fantásticas, relaciones entre
desnudos y maquinaria, evocación del caos, representación de autómatas, de
espasmos y de perspectivas vacías. El pensamiento oculto y prohibido será una
fuente de inspiración, en el erotismo descubren realidades oníricas, y el sexo
será tratado de forma impúdica.
Se interesaron además por el arte
de los pueblos primitivos, el arte de los niños y de los dementes. Preferirán
los títulos largos, equívocos, misteriosos, lo que significa que importaba más
el asunto que la propia realización.
El surrealismo adopta la idea de
Freud sobre su “Teoría del Inconsciente” partiendo del concepto de inconsciente
de la filosofía alemana de principios del siglo XIX y que el científico Eduard
von Hartmann había recapitulado en su obra Filosofía del inconsciente,
aparecida en 1868, Freud define su inconsciente de manera original. "La
observación de la vida normal de vigilia" parecía validar esa concepción
clásica del inconsciente. Pero "el análisis de las formaciones
psicopatológicas de la vida cotidiana y del sueño" había hecho aparecer al
inconsciente como "una función de dos sistemas muy distintos". En
adelante, junto al consciente había que concebir dos tipos de inconsciente,
ambos inconscientes en el sentido descriptivo, pero muy distintos en cuanto a
su dinámica y al devenir de sus contenidos: los del inconsciente propiamente
dicho no podían llegar nunca a la conciencia, mientras que los contenidos del
otro, denominado por tal razón preconsciente, alcanzaban la conciencia en
ciertas condiciones, sobre todo después de pasar el control de una forma de
censura.
El uso de las imágenes surrealistas en terapia sirven de ayuda y apoyo al psicoterapeuta a la hora de trabajar con los pacientes. El empleo de estas imágenes facilita la proyección del inconsciente, teniendo la oportunidad así de abordar situaciones que antes estaban reprimidas bajo cualquier mecanismo de defensa.
Es también una herramienta útil para indagar más en la problemática específica del paciente, para observar la relación con su entorno y el modo de afrontar la situación actual.
Esta técnica se puede trabajar con niños, adolescentes y adultos.
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